sábado, 4 de febrero de 2012

Triste final de Mozart

Triste final de Mozart

Hacia el final de la década de 1780, la situación económica de Mozart empeoró. Alrededor de 178 dejó de aparecer frecuentemente en conciertos públicos, por lo que sus ingresos se redujeron Esa época fue de grandes dificultades para todos los músicos de Viena a causa de la guerra entre Austria y Turquía y que el nivel de prosperidad y estatus económico de la aristocracia, que los financiaba, se había reducido.
La ciudad de Viena iría perdiendo el interés musical por Mozart debido al advenimiento de otros pianistas con una técnica mucho más aguerrida, como en el caso de Muzio Clementi. Sus Academias o conciertos por suscripción, que habían sido en toda su estadía en Viena una de las mejores fuentes de ingreso (además de inspiración y motivo de composición de sus conciertos para piano y orquesta a partir del n.º 11,), comenzaron a perder audiencia, por lo que ya no le reportaban beneficios económicos.
A mediados de 1788, Mozart y su familia se trasladaron desde el centro de Viena a un alojamiento más barato en el barrio periférico de Alsergrund. 1 Mozart comenzó a pedir prestado dinero, cada vez más frecuentemente a Johann Michael Puchberg, un amigo y hermano de la misma logia masónica, documentados por una «lamentable secuencia de cartas suplicando préstamos».3Maynard Solomon y otros autores han sugerido que Mozart estaba sufriendo una depresión y que parecía que ralentizaba su recuperación económica.
Aproximadamente en esa época, Mozart realizó una serie de largos viajes con la esperanza de incrementar sus ingresos: a Leipzig, Dresde y Berlín en la primavera de 1789 y a Francfort, Mannheim y otras ciudades alemanas en 1790. Estos viajes sólo produjeron éxitos aislados y no mitigaron los sufrimientos económicos de la familia.
En 1789 recibió una oferta del empresario inglés Johann Peter Salomon, quien le propuso a él y a Haydn realizar una gira de conciertos por Inglaterra. Se acordó que Haydn fuese el primero en ir, durante la temporada 1791-1792, y Mozart iría a la vuelta de este, lo que no pudo concretar por su fallecimiento.
Último año de vida
La situación financiera de Mozart, una fuente de ansiedad extrema en 1790, finalmente comenzó a mejorar, ya que, aunque las evidencias no sean concluyentes aparecieron patrocinadores ricos en Hungría y Ámsterdam prometiendo anualidades a Mozart a cambio de composiciones ocasionales. Probablemente también se benefició de la venta de música de baile compuesta en su papel como compositor de cámara imperial. Mozart no volvió a pedir dinero prestado a Puchberg y empezó a hacer frente al pago de sus deudas.
Experimentó una gran satisfacción por el éxito público de algunos de sus trabajos, destacando La flauta mágica (representada en numerosas ocasiones en el corto período entre su estreno y la muerte del compositor y la Pequeña cantata masónica KV 23, estrenada el 15 de noviembre de 1791. En marzo de 1791, Mozart ofreció en Viena uno de sus últimos conciertos públicos; tocó el concierto para piano y orquesta KV 595. Su último hijo, Franz Xaver, nació el 2 de julio.
Enfermedad final y fallecimiento
La salud del compositor empezó a declinar y su concentración disminuía. Mozart se sintió enfermo durante su estancia en Praga el de septiembre durante el estreno de su ópera La clemenza di Tito, compuesta en ese año como un encargo para los festejos de la coronación de Leopoldo II como emperador. La obra fue acogida con frialdad por el público. Al regresar a Viena, Mozart se puso a trabajar en el Réquiem y preparó, en compañía del empresario teatral y cantante Emanuel Schikaneder, los ensayos de la La flauta mágica. Esta se estrenó con enorme éxito el 30 de septiembre, con el propio Mozart como director.
En octubre su salud empeoró; caminaba con su esposa por el Prater cuando de pronto se sentó en un banco y muy agitado comentó a Constanze que alguien lo había envenenado. El 20 de noviembre la enfermedad se intensificó y cayó postrado en cama, sufriendo hinchazón, dolores y vómitos.


El 5 de diciembre de 1791, aproximadamente a las doce de la madrugada, llegó el doctor Closset de la ópera y ordenó que le pusieran compresas frías de agua y vinagre sobre la frente para bajarle la fiebre (a pesar de que Sophie se mostró reacia a hacerlo, puesto que pensaba que no sería bueno para el enfermo el cambio tan brusco de temperatura). Esto hizo tanto efecto en él que perdió el conocimiento y no volvió a recuperarse hasta su muerte. Fue amortajado según el ritual masónico (manto negro con capucha).
El entierro de Mozart fue de tercera categoría, con un coste de ocho florines (más un suplemento de tres florines para pagar el coche fúnebre), lo usual para miembros de la burguesía media. Fue enterrado al anochecer, siendo trasladado el féretro en coche de caballos hasta el cementerio de St. Marx en Viena, en el que recibió sepultura en una tumba comunitaria simple (no en una fosa común).
La escasa afluencia de público al entierro de Mozart no reflejó su categoría como compositor, ya que los funerales y conciertos en Viena y Praga contaban con mucha afluencia.
Hipótesis sobre su muerte
La inesperada y misteriosa muerte de Mozart ha suscitado gran interés desde el principio. En el acta de defunción oficial constaba que el compositor austriaco había fallecido a causa de una «fiebre miliar aguda», refiriéndose a una erupción cutánea parecida a semillas de mijo, una descripción que no basta para identificar la causa en la medicina moderna y que es demasiado amplia e inexacta, ya que no se llevó a cabo la autopsia debido al avanzado estado de descomposición en que se encontraba el cadáver.
Se han propuesto una multitud de teorías sobre la muerte del compositor, incluyendo triquinosis, gripe, envenenamiento por mercurio y un extraño achaque en el riñón. La práctica de sangrías en los pacientes era común en la época y también se cita como un posible factor que contribuyera a su muerte. Sin embargo, la versión más ampliamente aceptada es la muerte por una fiebre reumática aguda. Es conocido que tuvo tres o incluso cuatro ataques desde su infancia y esta enfermedad es recurrente, con consecuencias incrementalmente más serias en cada ataque, como una infección descontrolada o daño en las válvulas cardiacas.

Etiquetas:

domingo, 8 de enero de 2012

Las Hespérides

El mito de las Hespérides (Esperides)
Hespérides es el nombre que reciben las Ninfas del ocaso,
quienes según Hesíodo son hijas de la noche, Nix. Sin
embargo, posteriormente, se consideraron hijas de Zeus y
Temis, de Forcis y Zeus, y por último de Atlante.
La cantidad de las Hespérides varía según el mitígrafo y el
autor, aunque lo más común es que se mencionen tres: Egle,
Eritia y Hesperaretusa. Esta última es a veces tomada por dos
hespérides distintas que se llaman respectivamente Hesperia y
Aretusa.
El lugar de residencia de estas divinidades es en el Occidente
extremo al borde del Océano, no lejos de la isla de los
Bienaventurados, aunque conforme se amplió el conocimiento del
mundo, se ubicó el país de las Espérides definitivamente al
pie del monte Atlas.
Las hespérides se encargaban de cuidar y vigilar con la ayuda
de un dragón -hijo de Forcis y Zeto, o de Tifón y Equidna- el
sagrado Jardín de las Hespérides, donde crecían las manzanas
de oro, regalo de Gea a Hera con ocasión de su boda con Zeus.
Mientras cumplen su función, las Hespérides cantan al unísono,
junto a las fuentes de este lugar que manan ambrosia.
Estas ninfas se encuentran relacionadas con el ciclo de
Heracles, pues éste tuvo que buscar los frutos de la
inmortalidad por orden de Hera, junto a ellas.
La versión evemerista de este mito contaba que las Hespérides
eran siete jóvenes, hijas de Atlante y Hespéride, que poseían
grandes rebaños de carneros. Esto se produce por un juego de
palabras en griego, ya que la palabra mhla que designa tanto
manzanas como carneros. Busiris, rey de Egipto y vecino de las
ninfas, mandó a saquear sus rebaños de carneros y a raptar a
las jóvenes. Cuando Heracles llega a la país, eliminó a los
bandidos, liberó a las doncellas, las devolvió a su padre
Atlante y recuperó el botín que también devolvió. En
recompensa, Atlante le obsequió lo que había venido a buscar,
que por cierto, no se aclara si eran las manzanas o los
carneros. Además, le enseñó la astronomía al héroe, pues
Atlante es el primer astrónomo dentro de la tradición
evemerista.

Etiquetas: