martes, 15 de agosto de 2023

POLARIZACION DE NEPTUNO.

 Neptuno es otro de los planetas transpersonales cuya principal función es resonar con diferentes dimensiones de la realidad, una realidad que va mucho más allá de la que generalmente es experimentada por nuestros sentidos habituales. Toda energía transpersonal en principio va a ser sentida por el “yo” como algo desequilibrante; cosa que en el caso de Neptuno provocará una sensación de pérdida de bordes, confusión, extrema sensibilidad, tendencia al escapismo y a fantasear en demasía.

Con una “dosis” excesiva de Neptuno, formar una identidad estructurada y sólida se hace muy difícil. La energía neptuniana es de disolución de todo límite y de empatía con el Universo entero. Esta sensibilidad extrema que lleva a la mediumnidad y a la espiritualidad, es una energía profundamente amorosa. La hipersensibilidad en el plano físico se traduce como alergia, es decir, una reacción exagerada del cuerpo ante estímulos exteriores.

Sin embargo probablemente conozcan a muchos piscianos (que de por sí tienen a Neptuno como planeta destacado) que por el contrario, más que dedicarse a la poesía o la mística se los ve escépticos, siempre atareados y muchas veces agresivos. Como toda carta natal con mucha energia transpersonal, la consciencia dificilmente puede asimilar algo que la trasciende por completo, y lo que se produce es una polarización: en este caso dos polos opuestos a los que llamamos Neptuno directo y Neptuno inverso (1).

En realidad todos tenemos en algún lugar de nuestra carta a Neptuno. Cuando su efecto no es tan masivo sólo puede provocar confusión, fantasía, idealismo, etc., en el ámbito acotado a la casa en que se encuentra y via los aspectos que haga a algún otro planeta o función psicológica. Digamos que sólo afecta algunos pocos ámbitos de la vida. Sin embargo cuando hay una dosis mayor de Neptuno (Sol o Ascendente en Piscis, Neptuno en casas angulares y otras posiciones significativas), lo que provoca es que todas las funciones planetarias de la carta se vean distorsionadas, concretando así una polarización en la consciencia.

El polo directo tiene temor a la realidad, quiere evadir la tensión del mundo, nunca puede decir “no”, y más que místico es un mistificador. Explica todo con todo, es confuso y su palabra no resuena. No duda que siente “demasiado” y que es muy sensible y amoroso, aunque la verdad es que siente dentro de una burbuja personal. No ama al mundo, quiere trascenderlo sin más. Estará rodeado de personas que le ponen límites y que lo presionan a hacer cosas, tomar responsabilidades, ocuparse de lo material, etc. (siendo éste su polo opuesto sombrío).

El polo inverso es hiper-racional, escéptico, quiere explicar todo con palabras. Haciendo extraños malabares mentales, desarrolla una mente lineal pero de alguna misteriosa manera siempre atrae seres confusos (su otro polo en sombra). Para no desorganizarse -pues todo neptuniano inverso o directo es extremadamente sensible- llena todo vacío con palabras o actividades. Se escapan del sentir, pues inconscientemente saben que podrían desaparecer en una disolvente sensación oceánica.

En realidad, en la persona neptuniana siempre conviven simultáneamente los dos polos. El escéptico workacoholic no se da cuenta que necesita períodos de “cuelgue”, y el presuntamente místico o hippie no se da cuenta que está rodeado de personas que lo sostienen y lo provocan a que accione, tome responsabilidaes, etc. Si se identifica con uno aparece el otro; luego irá aprendiendo a oscilar entre ambos polos a través del tiempo, hasta lograr un equilibrio. La persona debe darse cuenta de que no es ni escéptico ni místico, sino un ser sensible muy peculiar que necesita tiempo para “filtrar” la enorme información que sus “antenas” constantemente reciben de múltiples dimensiones. Para que no haya confusión se debería desarrollar la precisión, para que haya una verdadera resonancia con el aspecto más sutil y oculto de la vida.

El desafío de todo neptuniano es buscar formas resonantes y manifestarlas en la realidad ordinaria. Pueden ser expertos en transmitir vivamente las formas más sensibles. Por eso, más allá de lo eminentemente artístico, existe una cualidad compasiva que los hace fundamentales para expandir el horizonte de sensibilidad de lo humano (siempre que no lo hagan desde su burbuja de sensaciones, que en ese caso sería narcisista y autoengañoso).

Es como decir que no pueden no comprometerse con el voto del bodhisattva. El bodhisattva no quiere la iluminación exclusivamente para sí mismo, sino para todos los demás seres sintientes. Los neptunianos saben que el yo o la personalidad son entes virtuales y pueden sentir que todo esta realmente interconectado.

Hace casi cien años que el antropólogo Lévy-Bruhl acuñó el término participation mystique para describir cómo el hombre primitivo experimentaba un estado de disolución con la naturaleza y con los otros miembros del grupo de pertenencia. En ese estado no existen fronteras individuales, por lo que lo que sucede en el afuera o en el otro es vivido como una experiencia personal e interna. Esta sensación puede ser tanto prerracional/ prepersonal como trans racional/transpersonal (2). La diferencia no es menor, y de su discernimiento acaso dependa que la humanidad pueda por fin alcanzar su madurez.

Es posible que nuestro planeta necesite como primer paso que los humanos en conjunto tomemos real consciencia de que la humanidad es una sola, sin caer en un romanticismo ingenuo. Chinos, egipcios, romanos, aztecas, argentinos, escandinavos, africanos… Desde el Génesis la Tierra está esperando por la primera verdadera humanidad, y para ello la función transpersonal de Neptuno resulta esencial. El segundo y trascendental paso es llegar a la vívida percepción de que la humanidad está íntimamente entretejida con los demás seres que la rodean, como un arroyo que se dirige hacia anchuroso mar del amor neptuniano.

 Sobra decir que cualquier aspecto duro de QUIRON con Neptuno intensificara el rol de victima y sacrificio.

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