lunes, 24 de octubre de 2011

La Brujita Marina

La Brujita Marina.


¿Qué hay debajo del océano?

Hay un frio azul, muy azul, es como un universo pálido turquesa y desde la superficie entra la luz de oro pero no todos lo ven o participan en el...

es para pocos

porque es un lugar placido para algunos pero puede ser terrible para otros, por eso hay que andarse con cuidado, hay que respetarlo siempre al mar...

porque tarde o temprano se cobra lo que le hiciste, si es bueno, te lleva a ese lugar de luz dorada, si es malo te lleva a la oscuridad azul infinita y te condena a una eterna repetición... en la que tú sabes que va a pasar lo que va a pasar 

ya sea que se te hunda el barco o te ahogues o lo que sea que te hunda

¿quién condena y quién salva?

pero aunque lo sepas no puedes hacer nada por evitarlo hasta que el mar lo decide y te libera. Es un castigo horrible pero eso solo lo hace con aquellos que lo ofendieron.


Hay una bruja que vive en el fondo del mar, una bruja vestida de harapos negros que tiene risa de niños y anda así, oscura y acecha

y domina el destino de los barcos que navegan sobre su cabeza

porque ella vive en el fondo y los barcos sobre la superficie

y cuando siente dolor de cabeza de puro malvada que es hace que ese barco se hunda.


Pero no es ella la dueña del mar... ella solamente esta así porque no puede serlo, hay una fuerza mucho mayor que es la dueña del mar, y la bruja la envidia. La bruja Marina ya no es joven, ha perdido la juventud y vitalidad y tiene dolores en sus huesos que son como algas, retorcidas y medio marchitas también, le falta un ojo, pero no lo necesita, así que la pobre se mueve por las profundidades a tientas, con ese solo ojo de color fiebre, muy amarillo.

Se peina las canas con un caracol marino que los oceanógrafos denominaron (El peine de Venus). Los parte todos porque su abundancia de cabello ya no los resiste.

Dentro de su ojo guarda una llave que no quiere que nadie sepa que tiene, porque es su tesoro más preciado ya que sirve para abrir el corazón de la fuerza que domina el mar, pero esta fuerza lo sabe y permanentemente se mueve en las corrientes de manera tal que la bruja nunca sabe donde está, pero espera, la paciencia es una de sus más grandes virtudes

y en cambio, la virtud de la fuerza contraria, es el amor;

por eso la bruja no puede leer lo que piensa

por eso la bruja nunca puede encontrarla

y como en el ojo guarda la llave lo siente pesado y ve mal, y su vida transcurre a la espera del momento propicio en que pueda llegar al corazón del océano de casualidad, a la espera de poder sentir amor

porque Marina no amo nunca a nadie...

un día, que fue muy especial, porque fue el primer día de equinoccio,

la bruja hundió a todo un barco toco con sus manitos rugosas los cuerpos y los iba arrojando contra las piedras asi, sobre las piedras quedaban los esqueletos vaciados pero hubo uno entre los desafortunados marineros del cual quedaba su corazón que latía lentamente....

era un latido que apenas se percibía, como el último coletazo del pez que se ahoga en el aire...

La bruja lo observo con su ojo miope de hiel, y se acerco despacito, ya no tenía diversión tener que revolver los cuerpos, eso era trabajo de cangrejos y centollas, no de ella que aspiraba a ser el océano, pero igual se acercó... hasta que el comenzó a acercársele y ella invoco una barrera invisible que los mantenga separados, pues desconfiaba

de todos los hombres al más afortunado, si es que podía llamársele

así, se lo comía, lo servía con el almuerzo, era cruel en apariencia, era indeciblemente cruel, pero era mujer.... y la curiosidad pudo mas, entonces frotó con su manga deshecha por el salitre su ojo pesado y fijando la vista pero con desconfianza se fue acercando, lento, lento.

con un palo que quedó de la ultima borrasca, tanteo el cuerpo que se arrastraba entre las rocas pero las cosas son así y aquella bruja que acostumbraba a comer las entrañas de los marinos que caían en su poder, tomo a este pobre desdichado y se lo llevo al mar, a las profundidades más oscuras donde moraba ella para poder descubrir porque su corazón latía a pesar de que su dueño estaba herido de muerte en la restinga...

La bruja cargó su cuerpo hasta un carruaje llevado por dos caballos de mar y se sumergieron hasta llegar a lo más hondo. La bruja comía caracoles marinos, con todo y su concha, esto no era nada para ella. En particular los colus gracilis, por su hermosura eran sus favoritos. Semejan a los caracoles usados por los griegos para anunciar el comienzo de las batallas. Soplando por uno de sus lados emiten un sonido tan fuerte, capaz de tumbar un muro de piedras.


El cabello ciruela de ella, ondeaba, a la par que una bandada de langostas se arrimaban para mirar. Era la primera vez que la bruja llevaba a un humano a su gruta, una crisálida escondida donde se veían clarísimos las flores y el silencio.

y el tiempo pasó, y el hombre sano, y la bruja que necesitaba respuestas de a poco fue impacientándose porque no estaba en ella atender invitados, no estaba en ella curar heridas, no estaba en ella tener sentimientos propios de humanos, o bestias o lo que sea, hacia muchos años que había dejado de sentir nada más que esa necesidad imperiosa de hacerse con el corazón del mar, su obsesión le nubló de a poco el juicio y no quería ni tenía intenciones de sentir otra cosa

era lo que era, lo que la falta de amor había convertido

y estaba orgullosa de ello aunque sin saberlo ya estaba amando.

Había empezado a amar ¿cuándo ocurrió esto?

¿Cómo era que la bruja no se daba cuenta?

de repente tanta melancolía, tanto aroma a uvas la inundó como un corsé de terciopelo y su ojo sangró....y de repente lo sintió liviano y sintió un ruido a metal herrumbrado que golpeaba contra el suelo, y ya no pudo ver mas...

y un grito desesperado despertó al hombre que dormía en su lecho de algas rojas, y su cabeza giraba enloquecida intentado ver lo que no veía...

había perdido su ojo y con él la esperanza de robarle el corazón al mar...

la llave en el suelo de lajas resbalosas como una piedra mas ni siquiera brillaba...pero ya nada importó...

la bruja en su desesperación corría alrededor de la mesa arrojando todo lo que encontraba a su paso, las cosas no estaban como ella pensaba, su miedo no era por perder la llave y el sentido de su vida, su miedo venia de un lugar muy profundo, totalmente olvidado...

su miedo venia de su corazón que de repente y sin que ella lo hubiera notado había empezado a latir de nuevo, mientras curaba al marino

mientras lo alimentaba, mientras lo observaba cuando dormía...

y simplemente sucedió...


El marino observaba con gran cariño la colección de moluscos, conchas y corales que la bruja tenía junto a su lecho de algas. Los caracoles eran preciosos, los colores y formas eran obras de arte.


No era locura por no obtener respuestas lo que sentía ella, era miedo, miedo a eso que sentía y que no recordaba y que cuando menos lo esperó, hizo que llorara lágrimas de perlas grises.

Fin.

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