Sincronicidad.
LEY DE SINCRONICIDAD.
Carl Gustav Jung es el Padre de esta técnica tan
valiosa.
El poeta francés y teórico del surrealismo André
Bretón hablaba también del "azar objetivo", que designa la
confluencia inesperada o azarosa "entre lo que una persona desea y lo que
el mundo le ofrece". El azar objetivo es uno de los conceptos
fundamentales del surrealismo: coincidencias o casualidades cuya carga
emocional las dota de significado.
De acuerdo con Jung, la sincronicidad consiste en la
unión de sucesos externos e internos, de una manera dotada de sentido para el
individuo que observa o experimenta estos sucesos. Estas coincidencias podrían
darse por una atracción no consciente que genera la ocurrencia de ciertos
eventos, y asimismo les concede un valor simbólico, aunque solamos creer que
las causas provienen de circunstancias metafísicas, como la suerte o la magia.
Esta teoría junguiana, por supuesto, no se aviene bien
con el materialismo o el racionalismo más tajantes, sino que viene de las profundidades
del psicoanálisis. Según Jung, los períodos de transición o transformación de
los seres humanos -como muertes, cambios de trabajo, divorcios- son más
propensos a la ocurrencia de sincronicidades, posiblemente porque nuestra
reestructuración interna causada por los cambios o crisis genera una energía de
búsqueda de sentido que nos obliga a encontrar patrones en las circunstancias
externas.
Sea como sea, es sabido que los seres humanos somos
propensos a un impulso de reconocimiento de patrones que es, incluso, capaz de
verlos donde no existen, por ejemplo en los casos en que la dopamina en el
cerebro se encuentra elevada, circunstancia que nos hace propensos al
pensamiento mágico y a creer en la buena fortuna. De hecho, ciertos estudios
han demostrado que el estrés y los eventos de particular significado emocional
nos acercan al pensamiento mágico. Sin embargo, también han probado que el
extremo escéptico de ese espectro tampoco es nada saludable: la carencia de
capacidad para el pensamiento mágico está, entre otras cosas, ligada a la
anhedonia, la incapacidad de experimentar placer.
La capacidad de distinguir patrones en la vida
cotidiana no sólo es una habilidad esencial para la supervivencia desde la
época de las cavernas, sino que también es un aspecto importante de la
creatividad y el trabajo artístico. Sin embargo, en circunstancias normales, la
realidad es que la mayor parte de nuestro cerebro se encuentra procesando a toda
velocidad una cantidad tal de información que jamás podríamos manejar de manera
consciente, y que en muchos casos donde podríamos pensar que algo llamado
"intuición" nos empuja en determinado sentido, simplemente se trata
de que nuestro cerebro posee información que nosotros desconocemos y nos está
mostrando patrones que no hemos visto.
Es difícil, pues, evitar los modos en los que la
sincronicidad podría influir sobre nuestras inclinaciones, pensamientos o
decisiones; todos somos propensos a encontrar señales que confirman o descartan
ideas en las que venimos pensando. Pero quizás sea hora de comprender que
existen procesos no conscientes que pueden ser mecanismos valiosos para
adquirir conocimiento y tomar decisiones, aunque a priori puedan sonarnos un poco
hippies.
Llevo un cuaderno especial para anotar día a día mis
sincronicidades, es muy útil hacerlo.
Etiquetas: ESPIRITUALIDAD
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